Aprendiendo a volar

Viviane Freitas

  • 31
  • Ago
  • 2013

Aprendiendo a volar

  • 31
  • Ago
  • 2013

Cuando todos ven que tienes que cambiar, quieren ayudarte, pero tu no lo consigues verlo… ¡¿Dónde y cómo?!

Así estaba yo… tenía personas a mi lado, con la mano extendida para ayudarme, al salir de mi zona cómoda. Era solo “saltar” y dejar que el Espíritu Santo fluya.

Pero no conseguía ver, y el miedo me bloqueaba, impidiendo que me lanzase “de cabeza”.

Había un deseo de cambiar, de no ser la misma, pero eso no era suficiente; faltaba algo más. Comencé a sentir dolor, y ese dolor cada día se volvía mayor … y, en lugar de reaccionar hacia afuera, comencé a encerrarme aún más. Como si la quisiese ahogar dentro de mi.

Esta lucha, entre grito y dolor, quería que parase y que nadie la viese. ¡Cómo si eso fuese posible! Era algo visible a todos… solo yo no lo veía, y comencé a ser consumida por dentro.

¿Sabéis cuando, vamos al dentista y ellos nos hacen daño y no queremos volver más…?

Eso quería hacer. ¡Dolió! No quiero más dolor… comencé a no aceptarlo, estaba incomoda, tenía una guerra dentro de mi, o vencía o era vencida. Y yo me decidí;

Quiero “matar” esta Ana, no quiero más ser como soy y comencé a odiar aquella condición. Cada actitud, pensamiento, duda, miedo, inseguridad, timidez, mi forma de ser, y nació una indignación dentro de mi tan grande que ya no me soportaba, disculpe la expresión, pero quería “vomitar”.

Fui para el altar – mi escondite – lugar de sacrificio, allí yo me sentí segura, ¡y di mi grito! No de boca, pero mi alma gritaba; todo se estremecía dentro de mi. Por dentro había un fuego que no me dejaba parar. Cada día buscando mi oxígeno.

¡Sacrifiqué! ¡Que maravilla! Con mi sobre quedó todo lo que yo odiaba de esa Ana, yo la sepulté y la aplasté aquel día. Continúa en la próxima semana…

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