Volver a empezar

Cuando frecuentaba la escuela, en la disciplina de educación física, existían dos tipos de carrera que hacíamos con frecuencia: Resistencia y velocidad (sprint).Aunque ninguna de las dos era mi «especialidad», si tuviera que escoger una, sería sin duda resistencia. Después de las dos primeras vueltas, ya me daba cuenta de la necesidad de controlar la respiración; mantener un ritmo de carrera moderado y dominar la ansiedad de llegar al final de la prueba.

Y muchas veces en las «pruebas» de resistencia de la vida, es donde más fallamos. Porque no nos damos cuenta de forma tan fácil y rápida de la meta, puede parecer que estamos «corriendo» en vano… Y es aquí que entran los cuestionamientos y el mayor enemigo: la duda. Normalmente cuando estamos en «alta» velocidad, con los ojos fijos en el objetivo, la reacción es más rápida, más centrada; fluye… La fe es ejercitada de forma prácticamente instantánea.

Pero ni siempre las cosas se procesan de esta forma, y tenemos que ejercitar la perseverancia, pues su práctica nos añade características y cualidades que no alcanzaríamos de otro modo.

«…sabiendo que la prueba de vuestra fe produce perseverancia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada». (Santiago 1.3-4)

¿Ya pensó que cuando no estamos dispuestos a ejercer la perseverancia, volvemos a empezar? Es decir, tenemos que comenzar desde el principio aquello que no desarrollamos durante el tiempo de prueba o «desierto». No una ni dos veces, infelizmente muchas, nos deparamos con personas que comienzan bien su carrera cristiana, aprenden a luchar con las armas de la fe, son orientadas, atendidas, pero cuando las buscamos, ¿donde están?

Un problema en el trabajo, o demasiado trabajo; el familiar que estaba «molesto» por su ausencia; en época vacacional, «aprovechar el sol» el Domingo por la mañana… Cualquier cosa puede ser un motivo para parar, desistir, «aflojar» el ritmo y al final parar.

De entre aquellos que sacan fuerza de su debilidad para volver a la práctica de la fe, infelizmente hay casos de personas que luchan arduamente para conseguir recuperar el «ritmo». Volvieron al inicio del «recorrido», luchando nuevamente por su liberación, conversión, etc., (que es lo necesario, para edificar una estructura sólida). Pero todo va a depender de lo que esté dispuesto a invertir en esa (re)construcción… ¡Exige perseverancia!

Tal vez aún sin saber, desistieron a pocos «metros» de su «meta», dudaron a sólo algunos «centímetros» de la «línea de llegada». Estaban a punto de recibir su curación, la felicidad en el matrimonio, del negocio de sus sueños; de la reconstrucción familiar, que es a buen seguro una de las áreas que más exige la práctica de la perseverancia. Tal vez quien sabe, a punto de tener el mayor y más importante encuentro de sus vidas: el Encuentro con Dios.

Por eso, por más difícil que esté su situación, sola o dentro de su hogar con sus hijos, padres, hermanos, no dude, persevere y crea. Este es el recado de Dios hoy para usted: Ande la próxima «milla» porque Dios no falló y en ningún momento la dejará desamparada.

Haga lo que que tenga que hacer, use las «armas» de que dispone: Oración, clamor, ayuno, participe en más reuniones y vaya siempre con un objetivo a la Iglesia. No sea un mero participante, ejercite su fe, absorbiendo y practicando lo que le es transmitido.

Busque la atención de un pastor o esposa de pastor, auxiliar o misionero(a). El diablo quiere hacerla pensar que está sola, pero eso no es verdad (no se olvide que él es mentiroso). Luche el buen combate. Guarde la fe, porque Dios es con usted.

«Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera.» (Juan 6.37)

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