¿QUIÉN ES DIOS? ¿QUIÉN ES USTED? – Episodio 34: ¿Qué hay en usted?

¿QUIÉN ES DIOS? ¿QUIÉN ES USTED? – Episodio 34 : ¿Qué hay en usted?

A veces consideramos a Dios muy lejos, y que nosotros estamos aquí, pobrecitos, víctimas del problema, de la situación que estamos viviendo aquí en la tierra. Pero ¿se ha parado para pensar en la historia, en la realidad que ha pasado en su vida y lo que usted ha hecho?

Pasan tantas cosas en nuestra vida para mal, y lo dejamos pasar. Un problema que esta estorbándonos, pero no hacemos nada al respecto, porque a veces terminamos conformándonos con el problema, conviviendo con él.

Pero ¿qué hace Dios referente a nuestro conformismo? Él también espera, porque no puede actuar o intervenir en nuestra vida cuando no Lo invitamos, no Lo incluimos, no Lo buscamos.

Dios nos respeta y nos deja vivir aquello que escogemos vivir.

La Biblia dice que Jesús:

Y cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que Él hizo en Jerusalén en el día de la fiesta; pues también ellos habían ido a la fiesta.

Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo.” Juan 4:45,46

Si, él era oficial del rey, él tenía condiciones, autoridad, pero tenía un problema: su hijo estaba enfermo.

Éste, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, vino a Él …” Juan 4:47

A veces, estamos viviendo un problema y no vamos a Dios. Cuántas familias están destruidas, con problemas en el matrimonio, problemas entre padre e hijos, hermanos y hermanas, y esas personas están ahí sabiendo lo que Jesús hace pero no hacen nada al respecto.

Simplemente, cumplen su papel religioso de ir a la iglesia los días que normalmente van, y hablan con Dios por hablar, pero no hablan para compartir, para desahogarse, entregar lo que le está doliendo, para exponer una situación, ¡no!

Va allí a la iglesia, canta, lee la Biblia, oye el mensaje, pero la persona entra y sale igual, porque no manifiesta la fe. Pero ese hombre oficial del rey, que tenía una posición muy importando, él tenía un hijo enfermo y fue hasta Jesús:

“… y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, porque estaba a punto de morir.” Juan 4:47

Él no usó la autoridad de él como oficial del rey, ¡no! Él rogó a Jesús que curase a su hijo, y él hizo esto porque la situación estaba crítica. ¡El hijo ya estaba a la vera de la muerte!

Cuando llega el momento crucial en nuestra vida, ya no relevamos el problema, no nos quedamos esperando que las cosas sucedan, sino que provocamos el cambio, porque hay dentro de nosotros una sinceridad, una esperanza, una reacción de hacer algo en pro de aquel que amamos.

Y a veces usted no hace nada en relación a su problema sentimental, por aquella persona que ama, su marido, su esposa. Y se queda allí oyendo testimonios, mensajes, e incluso siente una alegría ¡pero no toma una actitud!

¿Cuántas veces estamos pasando por una situación, tenemos cuestiones, pero no lo compartimos con Dios, no rogamos, no hablamos de forma incisiva, sincera sobre lo que está dentro de nosotros? Es decir, veíamos las cosas suceder con nosotros, nuestra reacción, que muchas veces no sabemos qué hacer.

Ese oficial del rey rogó que Jesús descendiese y curase a su hijo que estaba a la vera de la muerte. Y Jesús le dijo:

Si no veis señales y prodigios, no creeréis.” Juan 4:48

Jesús vio a aquel oficial como alguien que necesitaba ver un milagro para creer. Él ya oyó hablar de Jesús, que había transformado el agua en vino, pero aquel oír no le sustentaba. Incluso la manera en cómo él le rogó a Jesús muestra que é l estaba desesperado, y estaba llamando a la última puerta que tenía como esperanza.

“El oficial del rey le dijo: Señor, baja antes de que mi hijo muera.” Juan 4:49

En otras palabras, “ahora no es momento de que me diga que necesito ver milagros, señales, maravillas para creer, el problema es serio, ¡mi hijo se está muriendo!”

Jesús le dijo: Vete, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se fue.” Juan 4:50

Observe que Jesús sólo le dio una palabra, no le impuso la mano, no fue allí con su hijo, y el hombre creyó, es decir, decidió aceptar lo que Jesús dijo. Porque creer es esto, es cuando acepta, acata, recibe aquella palabra.

Y mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía. Entonces les preguntó a qué hora había empezado a mejorar. Y le respondieron: Ayer a la hora séptima se le quitó la fiebre. El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive. Y creyó él y toda su casa.” Juan 4:51-53

Jesús hizo el milagro en la vida de aquel oficial, pero una observación que muchas veces no hacemos es que no rogamos para que quite nuestras dudas, para que Dios nos atienda. Y cuando no hacemos nuestra parte, quiere decir que nos somos humildes, que no estamos buscando, que no nos estamos esforzando, no estamos aptos para hacer cualquier cosa y resolver aquella situación.

Tal vez esté en esta situación, no ha manifestado su fe, no ha ido a la iglesia, se queda sólo oyendo mensajes, se siente mejor para la actitud que es lo que bueno, no la ha tomado. Actitud de verdad, que cambia su vida, ¡usted no la toma!

Es hora de que asuma su responsabilidad, y que no ponga todo sobre la espalda de Dios para que Él haga todo y usted no haga nada. Use su fe inteligente, ¡haga su parte y crea! Aquel hombre hizo su parte, rogó, pidió, insistió y creyó, y Jesús le curó. ¿Por que no hace su parte?

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