¿QUIÉN ES DIOS? ¿QUIÉN ES USTED? – Episodio 33: ¿Usted oye o es testimonio vivo?

¿QUIÉN ES DIOS? ¿QUIÉN ES USTED? – Episodio 33 : ¿Usted oye o es testimonio vivo?

¿Le ha pasado alguna vez, que el Pastor, el hombre de Dios, habló todo lo que usted estaba haciendo o lo que estaba pasando con usted? ¿el Pastor habló sin ni siquiera conocerle y le describió? ¿cómo puede pasar algo así?

Bueno, conmigo ya pasó diversas veces… no sólo con el Pastor, sino con personas que son de Dios. Parecía que ellas estaban viendo mi alma, porque me describían por completo. Además de las veces que Dios habló directamente conmigo  y me describió de tal forma que quebró aquel orgullo, aquella barrera, aquello que me separaba de la pureza de la fe.

¿Y usted? todo este tiempo que va a la iglesia, que profesa una fe, ¿ha pasado algo así con usted? ¿oyó de esta forma, describieron su alma?

Porque cuando esto pasa no es posible no creer, no puede no ver que Dios existe y que Él le ve. Y además de verle, le considera, incluso siendo usted tan fallo.

¿Se acuerda de la mujer samaritana? Que Jesús le contó toda su vida, que ya había tenido cinco maridos, y que el hombre con el que estaba no era su marido, es decir, relaciones fracasadas y la actual no la asumía. Y Jesús describió a aquella mujer, y ella no podía quedarse indiferente ante aquella descripción.

Incluso porque cuando alguien describe lo que usted vive, su dolor, su búsqueda, su pregunta, sus tinieblas, no es posible usted sentirse amado y mantenerse indiferente a eso.

Por eso, aquella mujer fue hasta Samaria, y anunció a los hombres de aquella ciudad, probablemente ella haya hablado con los cinco maridos que tuvo, habló con personas conocidas, y tal vez hasta con personas que no conocía, ¡delante de la alegría de ella encontrar una respuesta en medio a tantos años de búsqueda! Y ella no podía quedarse indiferente, tenía que anunciar.

¿Y sabe que pasó? Aquellos hombres vinieron  hasta Jesús, y cuando ellos llegaron, Jesús estaba hablando esto:

¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que venga la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.

Y el que siega recibe salario Juan 4:35,36

Es decir, usted que se queda esperando, mirando a las circunstancias, no va a tener su salario, la respuesta.

“…y recoge fruto para vida eterna; para que el que siembra como el que siega juntos se regocijen.” Juan 4:36

Cuando cosecha de los campos que están maduros, su trabajo está trayendo vida eterna para las personas y para usted. El resultado es que usted hace bien para ambos lados. Y cuando Jesús habla de alegrar, no es una alegría pasajera no, aún más cuando se trata de algo eterno, de vida eterna.

Observe que además de los discípulos, aquellos hombres y demás personas de la cuidad querían saber lo que Jesús decía, según aquella mujer les había hablado sobre Jesús. Ellos querían ver, y realmente sucedió.

Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado; otros han trabajado y vosotros habéis entrado en su labor.” Juan 4:37,38

En otras palabras, “ustedes no se quedaron parados, indagando, cuestionando y diciendo “aún no está listo, falta mucho tiempo…”, viendo impedimentos, no, aprovechan la siega y ganan almas y ellos también.

Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en El por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: El me dijo todo lo que yo he hecho. De modo que cuando los samaritanos vinieron a El, le rogaban que se quedara con ellos; y se quedó allí dos días. Y muchos más creyeron por su palabra,…” Juan 4:39-41

Ellos ya no creyeron por causa de lo que la mujer había dicho, ellos creyeron porque vieron, por causa de la Palabra del Señor Jesús.

¿Ha tenido oídos para oír y creer en lo que Dios ha hablado con usted sobre si mismo?

¿O ha sido resistente a todo aquello que ha sido descrito sobre usted?

Hay personas que se rehúsan en aceptar la verdad, ya he oído testimonios de personas hablando que cuestionaban a aquella que le habían invitado, diciendo: “¿Usted le contó mi vida al Pastor? Porque él habló sobre todo lo que me está pasando…”

Y la persona le respondía: “No, no le hablé nada, fue Dios que habló con usted…”

¡Y la persona se quedaba perpleja, impresionada, admirada! Ella estaba conmovida por dentro, en aquel momento de la palabra en que estaba describiendo toda la suciedad, aquel mal oculto que ella no asumía, pero cuando Jesús se lo reveló, ella lo reconoció. (porque la persona tiene que tener oídos para reconocer).

Observe que esos hombres que vinieron de Samaria para ver a Jesús, no creyeron por lo que la mujer dijo, sino que ahora creyeron por lo que ellos estaban viviendo. Es decir, presenciaron, fueron  testigos de que la Palabra del Señor Jesús entraba y los describía.

¡No es posible que la persona se quede indiferente cuando ella es sincera y acepta esa luz! Y es esto lo que yo quiero darle.

¿Usted se ha resistido? ¿ha creído por la Palabra que ha oído? Porque aquí en este pasaje vemos que no sucedió ningún milagro, la mujer no fue curada, prospera, sino que Jesús simplemente hablé de la herida que tenía.

Y Jesús habla de nuestra herida, no para acusarnos o condenarnos, sino que resolvamos esa cuestión. Pero la decisión es de cada uno.

Los sinceros se agradan de oír la Palabra.

Los hipócritas huyen para no depararse con su verdad.

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