Volviendo al Pasado – 34ª Parte

Eran tantas cosas sucediendo que al final fue muy provechoso para mi vida espiritual. Nada, ni nadie podría llenar la añoranza que tenía de mis hijos, pero fue en la ausencia de ellos que fui buscando con sed a Dios.

Fue muy bueno este tiempo, procuré estar con personas que me podían añadir, normalmente las mujeres se perdían en sus asuntos con temas que no eran mi objetivo. Tenía un deseo muy grande de aprender, de oír la voz de Dios; así que hice algunas elecciones en función de la necesidad que “gritaba” dentro de mi. Procuraba estar cercana a Julio, cuando él estaba cerca de los pastores para oír cosas edificantes, y ellos siempre tenían inspiraciones, abordando asuntos espirituales.

Amaba estar entre ellos para aprender, y consideraba muchísimo mi tiempo con ellos. Claro que me quedaba cerca solamente cuando Julio estaba cerca.

Y voy a decirte: Que aquello alimentaba mi necesidad de aprender, mientras tanto, con las mujeres, eran pocas las veces que ellas me abordaban temas que me ayudasen, sabes como nosotras somos, hablamos sobre varios temas, pero en el fondo, cuando no hay dolor, ni necesidad, se habla de cosas superfluas.

Mi situación me hacía mirar lo cuanto era necesario tener a alguien que usase y viviese la fe.

Cómo buscaba ayuda o a alguien que me inspirase y me diese ese ánimo.

Yo era la única mujer entre los pastores, me quedaba allí, aunque no era invitada, solamente para oír y aprender de las cosas espirituales. Yo ni me preocupaba en qué pensarían de mi las demás mujeres por no estar con ellas. Mi tiempo era una oportunidad de traer a la existencia aquello que yo buscaba incesantemente. Y yo tenía que asumir esto delante de mi y de los demás.

En el momento del dolor, nos sentimos sólo. Y en realidad, estamos realmente solos, pero cuando no tenemos dolor, no vigilamos o no estamos a la caza de algo mayor.

Dejamos pasar nuestras oportunidades.

En aquel tiempo de dolor, había grandes oportunidades de que alguien hiciese historia en mi vida, pero infelizmente no había nadie. Todo el mundo estaba viviendo su vida.

Aquello parecía una película que yo también estaba asistiendo, por más que vivía el dolor también conseguía visualizar el papel de cómo una mujer de Dios debería hacer.

Esto es muy importante que lo guardéis, porque esto hará parte de mi jornada de fe allá adelante. Y vosotras entenderéis muchas cosas, como el por qué pasé por lo que pasé.