Volviendo al pasado – 18ª Parte

Viviane Freitas

  • 17
  • Nov
  • 2015

Volviendo al pasado – 18ª Parte

  • 17
  • Nov
  • 2015

Volviendo a esta época, me acuerdo que viajaba 1 hora para llevar la comida reciente a Julio. Llegaba a la iglesia y no había manera, tenía que “recalentar” la comida nuevamente por la distancia. Hacía esto todos los día que él no venía a comer. Era 1 hora para ir y 1 hora para volver.

El auxiliar de Julio se casó, y vino después de la Luna de Miel nuevamente a la iglesia donde trabajaba. La esposa era una chica de 15 años, intenté hacerla una recepción en todo lo que todo lo que era posible, intenté presentarle el local y me puse a disponibilidad para llevarla a comprar las cosas de su casa.

Era una fiesta para mi tener una esposa conmigo, era una oportunidad de trabajar en ella, no tenía muchas noción en lo que me podría ayudar, pero intentaba estar a disposición para ayudarla. En aquella época tenía que enseñar todo, había cosas que me aborrecían, porque por ella ser muy joven, no tenía mucha iniciativa, pero tuvimos paz mientras estuvimos juntas.

En aquella época yo le enseñaba más la parte física, no tenía mucha noción en qué podría ser útil para su vida espiritual.

Enseguida llegó otro pastor que ya había auxiliado a Julio en Cascais (Portugal), y ese pastor vino para ayudar a Julio, se quedaron dos matrimonios con nosotros, los dos vivían cerca de la iglesia.

Este pastor y su esposa vinieron con una niña que acababan de adoptar, el nombre de la niña era Marcinha, ella se parecía mucho a mi, y yo ya había oído hablar de ella, pero como estaba lejos de Portugal, no tuve como “perseguir” para adoptar.

La niñita tenía sus 5 años, Julio y yo amábamos pasar tiempo con la niña, y la esposas tenía celos de ella.

Esta esposa se hacía cercana a mi en Portugal, mientras que el marido de ella auxilio a mi marido, ella contó su trayectoria en la iglesia y en la obra; incluso los problemas que estaba enfrentando con otra esposa regional, en la época yo tenía mis 18 años (en Portugal) y ya le daba consejos.

En está época, en Portugal, con 18 años fui a la reunión de esposas con esa tal esposa regional, y me acuerdo que cuando ella me preguntó, al final, lo que yo quería decir, le dije: “No sirve de nada predicar la palabra de Dios si no la practicas”. Fui bien frontal, dando a entender que yo “sabía” que había problemas con esposa que estaba en Cascais.

Bueno, pero al final, esa esposa que defendí de mi regional, no era la inocente, como ella me decía; ahora era ella la que estaba teniendo problemas conmigo.

No había una razón específica, ella “ponía mala cara” y simplemente decía que estaba todo bien, cuando el clima y actitudes que ella tenía eran incómodos.


Nosotros, que vivimos en la Obra de Dios, no podemos tener problemas con nadie porque esto no ayuda a servir a Dios, amarra mucho. La cabeza se enfoca en una preocupación.

Entonces un día… yo simplemente no pude relevar más la situación, mi padre hacía reunión en esta iglesia, los miércoles y Domingos; y uno de esos días mi padre estaba en la sala de al lado del altar con el pastor, y yo le comenté a mi padre que estaba teniendo problemas con la esposa. Y el pastor, el marido de ella dijo inmediatamente que estaba todo ok.

Mi padre me llamó la atención, y dijo: “¡Vi, tu no puedes ser así!”

¡Mis padres con lindos! ¡Demasiado!


Tanto mi padre como mi madre, siempre me dicen que estoy errada en cualquier situación, con esto aprendí que ellos no quieren que yo dé ningún motivo de “deuda”, a quien quiera que sea. Yo tengo que aprender a ceder, a confiar, en fin… a servir.

Yo sabía que había un problema, pero ni me justifiqué, lo dejé en las manos de Dios y decidí dejarla su espacio, si ella no quería mi ayuda, tenía que respetarlo.

A partir de allí, continué haciendo lo que siempre hacía, dejé aquella situación de lado; la trataba bien, pero dejándola su espacio.

Después de mucho tiempo ellos salieron de nuestra iglesia.

Al cenar, Julio acostumbraba a ir a casa del auxiliar para comer una sopita antes de ir a la radio, y de allí sólo a las 3 de la mañana nos encontrábamos en casa, algunos días lo acompañaba, otros días no.

(Esta foto es de esa época, la cual fue sacada un día en que mi hermana nos hizo una visita.)

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

1 comentário

    Buenos días sra Viviane gracias por compartir sus experiencias con nosotras, leyendo este post entendí que somos nosotras que debemos siempre estar dispuestas a dar lo mejor, no es fácil convivir con otras personas que tienen pensamientos diferentes o fueron educados de una manera diferente a nosotros, pero ahí esta el dar lo mejor para Dios, servirle a El, porque al dar a otros es como si estuviera dándole al propio señor Jesús, otra cosa que vi es que no debo dejar crear problemas o mal ambiente entre las personas que convivimos, hay que resolver de una buena forma la situación, hacer mi parte si los demás quieren hacer o aceptan o no ya es aparte, pero soy yo la que tengo que estar dando, siendo y sirviendo de mejor manera a los demás.

    Ver más