La vida de Jacob – 20º Día

La vida de Jacob – 20º Día

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Hola todos. Un día más que estamos aquí para hablar de la vida de Jacob.

Esta siendo algo renovador. Esta campaña está siendo muy especial, la veo como una oportunidad de revolucionar; de estar atentas a la venida del Señor Jesús.

“Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor.

Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo.

Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido.

Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. E insistió con él, y Esaú lo tomó.” (Génesis 33:8-11)

Esaú no entendió el propósito de aquellos regalos.

Es interesante que la persona que alguna vez tuvo una deuda o un problema mal resuelto con alguien, es consciente de que la situación no fue superada.

Jacob, por haber luchado con Dios, obtenido la transformación de su nombre, podría haber evitado a ir al encuentro su hermano. Al fin y al cabo, ya no era “Jacob”. No necesitaría, supuestamente, reconciliarse con Esaú, porque el carácter anterior ya no le pertenecía.

¡Pero NO!

Aunque haya luchado con Dios, esta era la oportunidad de materializarlo con la persona con quién tenía una deuda o estaba en deuda con él.

El regalo, de un gran valor, revela una expresión alta: La Ofrenda. El regalo significa la medida de mi entrega, y no de lo que siento. Y lo que significa para mi la otra persona.

“Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente…”

Si anteriormente usurpó el derecho de primogenitura de su hermano, logrando éxitos con eso, es como si lo hubiese robado. Jacob estaba ahora clamando por misericordia. Aunque Esaú tuviese bastante sustento y éxito, no era esa la intención – acumular riquezas – pero porque él mismo, anteriormente, necesitaba hacerlo.

Somos “almas” y en función de eso, debemos vigilar constantemente nuestras actitudes, solo cuando cambiamos, dejamos de tener las mismas iniciativas y de vivir con los sentimientos a flor de piel, abandonamos a la persona “natural” y nos volvemos “espirituales”. ¡Y esto requiere dolor!

Antes de que Dios cambie nuestra identidad, somos complicados, problemáticos, sensibles. En realidad, ni tu misma te soportas… ¡Gimes, gimes y gimes, por tus errores!

“…porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido…”

¡Que lindo! Esto pasó conmigo, amiga. Yo, ¡Viviane! La que habla contigo, a la que consideras perfecta. Al contrario, tengo muchos fallos, pero fueron estos el secreto para encontrar fuerzas y hacer nacer el “Nuevo Israel”. Y cuando se observa a la otra persona como “el semblante de Dios” es porque sus ojos fueron transformados; entendiste quién eres tú, y entiendes a la otra persona.

Alabo y agradezco a Dios, a mi Dios, el Dios de la iglesia Universal donde aprendí el valor del sacrificio. El Dios que a través de los dolores, errores, de mi amor por Él, me permite glorificarlo, sin religiosidad, sino de forma espontánea y natural. ¡Es algo fabuloso y extraordinario! 

Sólo quien un día lo vivió, es quien lo comprenderá.

Y tú, que estás leyendo este artículo, también podrás alcanzarlo, pues estas pagando el “precio”.

El dolor y la “humillación” voluntaria de tu orgullo, a través de tu entrega y reconocimiento, tiene un peso altísimo y trae a la existencia lo que tú jamás imaginaste.

Mañana estaremos aquí nuevamente. ¡Un fuerte abrazo para vosotras!

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