LA VERDAD – Episodio 96: La verdad sobre pedir mal, para su placer

LA VERDAD – Episodio 96 : La verdad sobre pedir mal, para su placer

¿Qué es lo que le constituyó amigo o amiga de alguien?

Es cuando tiene el mismo pensamiento, cuando encaja con la idea de la otra persona, con la manera de ser, el comportamiento, ¿no es así?

Es cuando le gusta cómo es alguien, acepta su manera de ser, las palabras, el comportamiento, le gusta la compañía, la extraña. Le gusta oír a esa persona, en fin, cree en ella.

Cuando no le gusta es porque de alguna manera, vio u oyó hablar de algo contrario a su manera de pensar o actuar.

Nuestro pensamiento es guiado por nuestras creencias. Es guiado por lo que consideramos verdad, según nuestras opiniones.

A muchas personas le gustan cosas que no les hace bien: una amistad indebida, un noviazgo inadecuado, un trabajo que no le hace bien, un ambiente que la distancia de Dios, y disfrutan esas cosas indebidas.

Esto es porque encajaron o se identificaron, les gusta lo que esas cosas les ofrecen. Se divierten mucho, se sienten el centro de atención, se sienten amadas por tener aquella atención que nunca tuvieron antes. Les gusta más las cosas en que se deleitan que las cosas que son justas, correctas y puras.

Les gusta más lo que el mundo dice que es bueno, que aquello que Dios dice que es correcto.

Pero en la iglesia, en la oración hay palabras, hay comportamientos en los que se aparenta que está todo bien. Pero, en el fondo, codician cosas que le hacen mal, que le distancian de Dios. Que le hace apenas pensar en su propio placer y no en lo que es justo.

La Biblia dice lo siguiente:

Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Santiago 4:3,4

¿Está más enfocado en las injusticias que en la justicia? ¿desea más los aplausos de las personas, del mundo, que la aprobación de Dios?

¿Cuándo soy amigo del mundo y enemigo de Dios? Cuando digo que quiero una cosa, pero me comporto y aprecio lo que es malo e injusto.

El adúltero altera su condición de acuerdo con lo que el placer le hace sentir. El adúltero no odia su injusticia, no odia el pecado, no odia aquello que lo aparta de Dios, no odia su falsedad.

El adúltero está viciado en su placer, no condena lo que hace, no toma medidas para liberarse de aquello en lo que está preso, que le está destruyendo.

Hay personas que tienen más amistad con el mundo, con la familia, se preocupan más con ellos, que con su propia alma. No son realizados en aquello que hacen para si mismos, viven detrás de cosas y personas, porque no son sinceras con Dios y con su realidad. Y ¿sabe por qué?

Porque les gusta el pecado. Les gusta el error. Les gusta la injusticia. No les molesta lo que las otras personas hacen. Dicen amar a las personas, pero en el fondo se aman más a si mismos, aman más el pecado que a Dios, que es la justicia, la pureza, la verdad, lo que es correcto, el juicio.

Y la Palabra de Dios cita “adúlteros y adúlteras” para dejar de forma bien clara, bien detallada, tanto hombre como mujer cambian a Dios, dicen una cosa en su oración, hablan con Dios una cosa, predican una cosa, pero actúan de otra forma.

“No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios”.

¿No percibe que la persona que es amiga del mundo, amiga del pecado es adúltera? Porque pretende ser una persona que no es. Es infiel, le gusta la infidelidad, le gusta la falsedad, le gusta camuflarse delante de las personas, les gusta la injusticia. No hay amistad del mundo con Dios.

“Por lo tanto, cualquier que quiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios.”

Ósea, se hace enemigo de Dios.

¿Es eso lo que ha hecho en su vida?

Porque con sus palabras, puede decir muchas cosas buenas, puede tener teoría, puede saber hablar muy bien sobre la Palabra de Dios, pero sus acciones hablan de su realidad. Si es fiel o si es adúltero, adúltera.

Es lo que la Biblia habla… ¡por eso, no discuta conmigo, sino haga caso a lo que la Palabra de Dios habla!

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