LA VERDAD – Episodio 89: La verdad hace la voluntad de Dios

LA VERDAD – Episodio 89 : La verdad hace la voluntad de Dios

La angustia llega para todos los seres humanos. Para unos llega porque no conocen a Dios, y sufren las consecuencias que pasan en la vida. Y otros viven la angustia por asumir la fe en Jesús, porque no siempre la Voluntad de Dios se adapta a nuestra voluntad, a veces, nos es contraria.

Pero ¿Quién soy delante de las dificultades?

¿Quiénes somos delante de las pruebas?

¿A quién escogeremos servir? ¿A Dios o a nuestra voluntad?

Parece muy simple agradar a Dios, pero a la hora de la prueba vemos que el precio a pagar demanda toda la vida, y no sólo una parte. ¿Quién está listo para esto?

Vamos a saberlo con el ejemplo del Señor Jesús:

 “Entonces Jesús llegó con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí mientras yo voy allá y oro.

Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.” Mateo 26:36,37

El Señor Jesús vino a la tierra con la misión de hacer la Voluntad del Padre, y esta Voluntad del Padre, desde el principio, nunca fue un plan personal del Señor Jesús, el venir aquí a la Tierra y vivir de forma humana. Si fuese por el Señor Jesús, escogería vivir con el Padre durante toda la eternidad, sin tener que venir aquí a la Tierra con un cuerpo vulnerable, que tiene deseos, voluntad, necesidades, pero Él lo hizo con la misión, con el objetivo de servir al Padre.

En Sus días finales aquí en la tierra, el Señor Jesús fue a ese lugar con Sus discípulos, y allí Él llamó a Pedro, Juan y Santiago; empezó a entristecerse y angustiarse mucho, ahora era el momento de la prueba. La prueba de que Él asumiría todos los pecados del mundo en Si mismo. Él no estaría con el Padre. Él atraería todos los pecados del mundo por aquellos que asumiesen la fe.

Entonces les dijo: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Y yendo un poco más adelante, se postró sobre su rostro, y oró diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Mateo 26:38,39

Observe que la voluntad del Señor Jesús no era pasar por eso, no era atraer el pecado de todo el mundo. Él quería hacer la Voluntad del Padre.

La voluntad de Dios no siempre nos agrada, porque es contraria a nuestra manera de ser, a nuestra voluntad. ¿Y usted? ¿Su fe ha sido probada y aprobada, porque quiere agradar a Dios? ¿O ni se acuerda de agradar a Dios?

Las personas piensan que Dios está allí arriba, siendo irrelevante con la situación aquí abajo, pero Dios no es así. Él envió a Su hijo amado, el Señor Jesús, a venir aquí a la tierra para cumplir Su misión de salvar a todos aquellos que creen.

Y tanto el Dios Padre, como el Dios Hijo, pagaron un alto precio por salvarnos, y lo pagan hasta hoy. Porque Dios ve tantas injusticias, pecados, cosas que Lo contrarían, y Él continúa dando oportunidad, creyendo en todos nosotros, ¿no es verdad?

Pues si, el Señor Jesús cuando vino aquí, en Sus últimos días de vida, tuvo angustia, porque asumiría un papel que Lo contrariaba. Él estaría en una cruz, maldito por los pecados de todos aquellos que Lo confesasen, que asumiesen a Jesús.

Pero el Señor Jesús vino y tuvo que pasar por esto, y no era Su voluntad, era contra Él. El Señor Jesús no habita con el pecado, Él vivió de forma impecable, es decir, Él no pecó, Él no hizo lo que estaba mal, Él vivió en santidad mientras que estuvo aquí en la tierra. Y vive en santidad.

Y yendo un poco más adelante, se postró sobre su rostro, y oró diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.Mateo 26:39

Mire el dolor del Señor Jesús, ¡mire el precio!

Y todos aquellos que quieren asumir al Señor Jesús también pagan un alto precio. Y asumir a Jesús no es simplemente decir así: “acepto al Señor Jesús como mi único Señor y Salvador”. Usted puede hablar así, pero tendrá que pagar un alto precio. Y el precio que el Señor Jesús tuvo que pagar fue negar Su voluntad.

Vino entonces a los discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Conque no pudisteis velar una hora conmigo?

Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.” Mateo 26:40,41

El espíritu es la inteligencia, es la mente. Nuestra mente está lista para obedecer, pero la carne, que es nuestra voluntad, es débil, quiere imponer su manera de ser.

El Señor Jesús estaba enseñando a Sus discípulos a vigilar con Él. ¿Por qué? Porque ellos serían tentados.

Jesús no sólo pagó un alto precio para salvarnos, sino que también el Dios Padre. Ellos se quedaron solos, Dios Padre y Dios Hijo tuvieron que quedarse solos, nadie estuvo con Ellos, no había nadie para apoyarlos. Y nuestra fe es así, nadie puede apoyarnos referente a la fe que tenemos en Dios.

No debemos esperar apoyo de terceros, porque no siempre las personas entenderán esta fe, este alto precio.

El Señor Jesús estaba allí sólo, al mismo tiempo con los discípulos, pero ellos estaban cansados y no pudieron, no consiguieron vigilar con el Señor Jesús.

¿Qué ha pasado con usted? ¿Ha vigilado? ¿Ha vivido esta fe que demanda un alto precio?

Pues si… ¿qué va a hacer?

¿Va a entregarse a su voluntad? Porque la misma es débil…

¿O va a entregarse al espíritu? ¡La elección es suya!

Y la verdad hace la Voluntad de Dios. Esta verdad vigila, demanda vigilancia, y no sólo vigilancia de observarse a si mismo, sino también de orar, de comunicarse con Dios. ¡Esto es lo que la fe demanda!

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