LA VERDAD – Episodio 40 : ¿En qué verdad quiere andar?

Todos nosotros aprendemos lo que es correcto y errado con nuestros padres o con quien tuvo responsabilidad sobre nosotros…

Pero, durante nuestra vida, ¿cuántas palabras son dichas basadas en el resentimiento, rencor, odio, venganza?

¿Cuántas informaciones adquirimos con los accesos que tenemos en la sociedad, a través de películas, redes sociales?

Tantas cosas pueden pasar dentro de nosotros… muchos deseos errados, ganas de replicar, de pagar el mal con el mal.

Por eso el salmista David dijo:

“ Enséñame, oh SEÑOR, tu camino; …” Salmos 86:11

David sabía que aún tenía que aprender sobre el camino de Dios, que no tiene nada que ver con su propio camino.

Por eso, usted y yo tenemos que aprender el camino con Dios, pero, ¿cómo aprender? A través de los problemas que enfrentamos vemos nuestras dificultades, a lo que estamos apegados… ya sea orgullo, vanidad, egoísmo.

No es fácil ver la verdad que viene delante de aquello que estamos enfrentando, por eso el Salmista dijo:

“Enséñame, oh SEÑOR, tu camino; andaré en tu verdad; …” Salmos 86:11

Si… parece que nosotros sabemos todo, pero cuando lidiamos con nuestras decepciones, con nosotros mismos, entendemos que nuestro camino no es el correcto, entonces, tenemos que aliarnos a Dios, al camino de Él.

La verdad de Dios es la que me libera, mi mentira me esclaviza.

¿Ya pensó en eso?

Por eso David continúa diciendo:

“… unifica mi corazón para que tema tu nombre.” Salmos 86:11

En otras palabras, no quiero estar apartado con mis temores, quiero unirme al Señor. Quiero que mi corazón, que siente cosas indebidas, se sujete y se una Ti, no a mis sentimientos y forma de pensar.

Si usted dice así: “Yo estoy cansado, frustrado con mi manera de ser, que sólo me ha traído disgusto y problemas… Y ya no quiero ser como he sido. ¡Yo quiero a Dios! ¡Quiero cambiar!”.

Entonces, hable con Dios, dígale a Él todo sobre usted, todo aquello que le ha sofocado, y líbrese de aquello que está allí, en el fondo de su ser, aunque sea vergonzoso, puede hablar, ¡porque Dios Se agrada de su sinceridad!