LA VERDAD – Episodio 38 : ¿Cuál es su refugio a la hora del dolor?
- 7
- Mar
- 2023
¿Ya ha pensado en esto? ¿a quién se apega? ¿qué quiere en el momento del dolor?
Bueno, hoy vamos a aprender a cómo lidiar con el dolor:
“El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente.” Salmos 91:1
Una cosa es usted hacer una visita a una persona, no convive con ella, pero habitar es vivir.
Existen personas que se abrigan en el padre, en la madre, en el marido, en la esposa, en el éxito, en las amistades, en las facilidades… las personas se abrigan en algún lugar, pero ¿cómo es usted?
Habitar es una decisión. Yo decido habitar a la sombra…, es decir, en un lugar dónde puedo refugiarme con Dios. Pero no podemos hacer esto apenas en los momentos de dolor, sino que debemos leer la Biblia, orar, meditar, dedicar tiempo para Dios diariamente.
Este momento que usted dedica para Dios es cuando se refugia en Él.
Y me gustaría que pensase en cómo está siendo su vida con Dios. Recuerde la última vez que pasó por una dificultad… ¿qué le sucedió? ¿cómo salió de esa dificultad?
Porque en esos momentos de dificultades, usted está escogiendo quién es su Dios. Como dice aquí en el Salmo 91:
“ Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío.” Salmos 91:2
Es decir, no voy a confiar en lo que siento, no voy a confiar en mis razones y no voy a poner mi fuerza en aquello que estoy sintiendo, voy a obedecer a lo que Dios quiere.
Entonces, la Biblia dice:
“ Porque El te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal. Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad.” Salmos 91:3,4
Quizá no entiende la situación que está viviendo en este momento, pero esta situación es justamente para que ejercite la fe. Porque Dios quiere trabajar en usted, quiere sacarla de ese lazo, de ese peligro.
La verdad de Dios es lo que necesita, es lo que va a restaurar su vida, desde la raíz del problema, y no de forma superficial.
Por eso, ponga su fe en acción y abríguese en la Verdad de Dios, ¡porque su verdad sólo la elude!