LA VERDAD – Episodio 35: ¡La Verdad está en dirección a lo Alto!

LA VERDAD – Episodio 35 : ¡La Verdad está en dirección a lo Alto!

¡¿Cuántas veces pasamos por una situación delicada, en la que estamos siendo bombardeados con todo tipo de pensamientos negativos?!

Fue el caso del Salmista, que escribió su oración:

Hazme justicia, oh Dios, y defiende mi causa contra una nación impía; líbrame del hombre engañoso e injusto. Ya que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has rechazado? ¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?” Salmos 43:1,2

Se puede percibir aquí que el salmista está clamando, él está sintiendo que vivía una injusticia por aquella nación vivía de forma impía, injusta.

Y usted sabe que es muy difícil lidiar con personas injustas, pero el salmista vio que esta dificultad no era responsabilidad de las personas que estaban haciendo el mal, sino que era responsabilidad de él y ¿por qué digo esto?

Porque él estaba en agonía, aquello estaba afectando a su espíritu. Y en medio de aquella agonía él llegó a sentirse rechazado por Dios. Como si Dios estuviese indiferente a todo aquello.

Pero Dios siempre está viendo todo. Y Él esta viendo su situación también. Así como estaba viendo la situación del salmista.

Dios permite que enfrentemos dificultades justamente para pedir ayuda. Pedir ayuda a Dios, pedir ayuda al prójimo.

Y el salmista continúa hablando con Dios:

“Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen, que me lleven a tu santo monte, y a tus moradas. Entonces llegaré al altar de Dios, a Dios, mi supremo gozo; y al son de la lira te alabaré, oh Dios, Dios mío.” Salmos 43:3,4

Observe lo importante que es compartir las cosas con Dios. Por eso el salmista pide la Luz de Dios, porque la Luz de Dios abre nuestro entendimiento para ver con claridad aquello que no conseguimos ver de forma sentimental.

Y pregunto: ¿Cómo está? ¿Su alma está en riesgo debido a algún problema que está enfrentando? ¿Qué ha sido su prioridad?

La oración del salmista muestra dónde él quería llegar:

Entonces llegaré al altar de Dios, a Dios, mi supremo gozo; y al son de la lira te alabaré, oh Dios, Dios mío.” Salmos 43,4

Estando con Dios en paz, tenemos alegría. Mejor dicho ¡gran alegría!

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*