LA VERDAD – Episodio 14 : Lo que la verdad hace

Muchas personas conocen la verdad, pero eso no quiere decir que ellas luchan por la verdad. Cuando llega algún problema, alguna situación que involucra familiares, para no desagradarlos, dejan de apreciar la verdad.

Y pregunto: ¿esa persona ama la verdad? ¿busca la verdad? ¿o prefiere tener la amistad de los otros en lugar de principios y valores que tienen la verdad?

En teoría, a muchos les gusta la verdad, pero cuando son probados, la realidad dice otra cosa.

“Pero a ese profeta o a ese soñador de sueños se le dará muerte, por cuanto ha aconsejado rebelión contra el SEÑOR tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto y te redimió de casa de servidumbre, para apartarte del camino en el cual el SEÑOR tu Dios te mandó andar. Así quitarás el mal de en medio de ti.” Deuteronomio 13:5

¿Imagine estar oyendo informaciones de personas que le inflaman a tener odio, rencor, malos ojos y además alimentarlos con pensamientos diabólicos?

El mal quiere justamente hacerle apartarse de Dios, para que vuelva a servirle nuevamente. ¿Y cómo hace eso? Trayendo ideas erradas, malicia para que se aparte del camino que Dios la orientó.

“Si tu hermano, el hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la mujer que amas, o tu amigo entrañable, te incita en secreto, diciendo: «Vamos y sirvamos a otros dioses (a quienes ni tú ni tus padres habéis conocido,…” Deuteronomio 13:6

Observe que la fe no tiene familia, amistad que nos de derecho de aflojar en nuestra responsabilidad con nuestra vida con Dios. Cada persona tiene que respetar aquello a lo que usted decide servir. Si mis familiares no quieren, que me den permiso, ¡yo quiero servir!

“no cederás ni le escucharás; y tu ojo no tendrá piedad de él, tampoco lo perdonarás ni lo encubrirás,…” Deuteronomio 13:8,9

Debo desligarme de cualquier persona o cosa que me influya para el mal, y así no tener amistad con nada que me aparte de Dios. Esta es la forma de tratar el mal, ¡es la forma que tengo para defender mi salvación y el valor que doy a Dios!