EXPECTATIVA CORRECTA
- 22
- Jul
- 2025
Durante la reunión de ayer, Mi Amiga, percibí que era Dios quien hablaba con nosotras. Realmente me estaba direccionando. Cuando terminó nuestro encuentro, dije:
«¡Dios mío, fuiste Tú, Señor, Quien lo hizo!», y así me reveló un secreto.
Hacía un tiempo me venía cuestionando lo siguiente: ¿Por qué hay personas que se dicen de Dios y son tan inseguras?
No lograba aceptar esa actitud de parte de muchas personas, porque no coincide con lo que está escrito en la Biblia.
- ¿Por qué tanto miedo?
- ¿Por qué tanta vergüenza de asumir la fe?
- ¿Por qué acobardarse frente a la realidad?
- ¿Por qué ponerse una «capa»?
- ¿Por qué mostrar algo que en realidad no son?
Y Dios me respondió esas interrogantes.
En realidad, nunca acepté ver eso y callarme.
¿Cómo puedo experimentar algo tan maravilloso, mientras tú no lo vives por no asumir tu fe?
¡Esto es algo que me indigna profundamente!
Cuando atiendo, esa indignación se enciende aún más en contra de lo que estorba la relación de esas personas con Dios.
Por eso, quisiera que ustedes sean sinceras, que dejen esa “capa de protección” y que sean transparentes.
En la reunión de ayer (Mi Amiga, disponible en Univer Video), Dios habló conmigo en privado. Y me respondió la pregunta: «¿Por qué hay personas que siguen de la misma manera?».
La respuesta es: ¡Porque usan la «fe» para beneficiarse, no para servir a Dios!
Ahí está el problema de muchos.
Eso se disfraza de fe, pero, en el fondo, es vanidad.
Actualmente, hay quienes viven como si creyeran en Dios, incluso tienen un título de obrera o de esposa de pastor, pero en realidad solo tienen apariencia de siervas, porque buscan servirse a sí mismas. Y era exactamente eso lo que hacían los religiosos en la época de Jesús, vivían de apariencia.
Cuando les conté la historia sobre el uso correcto de la fe, fue porque vi mi error delante de Dios, no delante de las personas.
En la ocasión, mi padre me había dicho que ese muchacho no era para mí. Y, en mi intimidad, me sentí muy avergonzada delante de Dios.
En ese momento, percibí mi error, y así puse en práctica la fe que el Espíritu Santo me dio.
Puse a Dios en Primer Lugar, y todo empezó a tener forma. Ya no sentía la «necesidad» de tener a alguien, porque sabía que Dios me daría una persona.
Pero ¿por qué? Porque me hice cargo de mi error.
Luego de ver mi realidad, vino la fe:
«Ahora bien, la fe que es la certeza de cosas que se espera, la convicción de lo que no se ve». Hebreros 11:1
De esta manera, mis acciones ya no se basan en lo que soy, sino en servir a Dios.
Antes, mi deseo era servirme a mí misma, ser la primera en todo.
Gracias a Dios por tener al Espíritu Santo, porque, de no ser así, me habría estancado hasta el día de hoy. Me habría casado con la persona equivocada.