¿Ha observado sus palabras? ¿son de vida o de muerte?

¿Ha observado sus palabras? ¿son de vida o de muerte?

¿Alguna vez dejó de tener una amistad por algo mal resuelto entre ustedes? ¿Alguna vez ha eliminado de su vida a alguien que le hirió?

Bueno… todos nosotros ya nos hemos enfadado alguna vez o entristecido con alguien de una u otra forma. A veces, somos decepcionados. Pero ¿cómo continúa la historia?

¿Qué genera eso en usted? Ciertamente, le hace mirar con malos ojos a la otra persona. Y poco a poco, de forma sútil, el mal va venciendo.

Una vez, me enfadé mucho con una persona. Y me chocó al oír la manera de expresarme cuando salía el nombre de aquella persona. Y lo vi extraño. Porque no soy una persona que murmura. Hasta que un día, Dios me llamó la atención. Yo no podía seguir siendo de la manera que estaba siendo. 

Aquella manera egoísta de ser. Dios me estaba viendo, y no me aprobaba.

Y en Su infinita misericordia, Dios me reveló mi condición. Yo estaba ofendida. Y mi comportamiento me estaba ensuciando delante de Dios.

Es obvio que, cuando usted actúa mal, ve señales de que no está comportándose de forma correcta delante de Dios. Y así fue. Cuando me di cuenta de cuán grave error estaba cometiendo, pedí perdón a Dios. Cambié mi comportamiento con aquella persona. Y así fue, quedó resuelto y me quedé en paz conmigo misma.

Tal vez no está en paz, sino que carga dentro de sí algún resentimiento, ofensa.

Observe lo que dice el Mandamiento de Dios a todos nosotros:

“No matarás.” Gn 5:17

Puede decir que nunca mató a nadie. Pero su manera de hablar, su comportamiento, sus palabras muestran que hay algo malo dentro de su ser.

Y no importa hace cuánto tiempo sea conocedor de la Palabra de Dios, si guarda el mal, y no el Mandamiento de Dios, está matando a otras personas. Quizá no con sus palabras, pero sí con su comportamiento, desprecio.

No se juzgue buenecito. Porque todos nosotros tenemos que prestar mucha atención en nuestras actitudes y comportamientos para que no seamos engañados.

Vigile, cuídese, ¡porque su salvación, es su responsabilidad!

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*