Encuentro con Dios

¿Hola D. Viviane,  queria preguntar a la señora como tuvo su encuentro con Dios?    -Suzana Vieira

Hola Internauta Susana,

Yo hablo de mi encuentro con Dios con mucha alegría y satisfacción.

A los 15 años me mudé a San Paulo, estaba viviendo en Nueva York y estaba convencida, voy a contarte un poco de mi pasado resumido, para que entiendas como fue mi encuentro con Dios.

Cuando vivía en Nueva York, iba a la Iglesia todos los miércoles y Domingos, pero los viernes era el peor día de la semana para mi, ¿por qué? porque el viernes, sábado y Domingo ya no vería al chico que me gustaba, que era de la escuela.

Ese chico era popular y me gustaba desde hacía 3 años, pero nunca me había acercado a él o mostrado tan nítidamente que tenía un interés por él.

Yo tenía mucho celo por las orientaciones que mis padres me daban, sabía que si yo desobedecía no sería feliz, pero mi carne no dejaba de “disfrutar” a aquel chico, incluso sin hacer nada al respecto.

Yo era una chica “correcta”. No tenía amigas en la escuela, y las “despreciadas” era con quien yo me juntaba para no quedarme sola, pero ni las “despreciadas” me querían, porque yo no actuaba como el mundo, pero tampoco me entregaba a Dios. Por lo contrario, disfrutaba y amaba aquella vida de “amor platónico”, miraba cuando él estaba distraído y no cuando se podía dar cuenta, esta vida frustrada yo vivía.

En casa entraba en un pedazo del cielo, pero al mismo tiempo, estaba hueca por dentro.

Yo pensaba que era por la falta de ennoviar y de tener amigas, pero no era el caso.

En la Iglesia, lloraba en todas las búsquedas y sentía cierto alivio, pero mi vida no cambiaba; no salía de allí decidida a resolver la “atracción” de este mundo, por lo contrario, siempre disfrutaba de esos momentos de mirar al chico, me vestía para atraer más su atención, y mis pensamientos giraban alrededor de esa pasión.

Todas las canciones, todos los momentos a solas, mis oraciones siempre tenían que ver con el chico, Le pedía a Dios: “Convierte a fulano”, era todo lo que necesitaba en aquella época.

No veía mi vacío, creía que era normal sentir falta de algo, por que a fin de cuentas (pensaba yo), me faltaban el novio y amigas.

Cuando me cambié a San Paulo, yo salí de cerca de este chico, que en realidad era un punto muy fuerte para mi, ¡y fue una gran oportunidad!

En el avión, miré por la ventana, y le di mi “chao”: “Chao fulano…”

Yo estaba triste, pero no se veía porque a pesar de todo, yo era el tipo de persona graciosa para mis familiares, entonces todo estaba oculto, pero me faltaba algo.

Fui a San Paulo, iglesia del Brás, y realmente decidí empezar a dejar mis deseos, sin embargo, mis sueños continuaban todavía en San Paulo, sueños nocturnos… Soñaba siempre con el chico y viéndole en las escenas que normalmente hacían parte de mi vida, hasta que un día, me enfadé de tener aquellos sueños que no podía controlar.

Fui a la reunión y hablé decidida con Dios, que ya no quería ese pasado: “No quiero ni siquiera soñar. Aunque sea un sueño, yo no lo quiero. ¡Yo te quiero a Ti, Señor!.”

Iba a las reuniones realmente deseosa de entregarme, y fue allí, en el Brás, donde todo sucedió.

En una reunión, vi todo lo que jamás había visto hasta entonces, porque no hacía nada “malo”, pero deseaba cosas inapropiadas. Me vi tan pecadora como una prostituta, vi cuán sucia era, que estaba lejos de ser alguien “buena”.

Aparentemente no había problemas, pero cuando tuve mi encuentro con Dios, yo vi un pozo de suciedad.

Ahí me derramé, lloré, me sentí indigna, pero en aquel mismo día, vi el amor de Dios hacía mi, Su compasión.

Allí comenzó mi entrega, hasta que un día fui Bautizada con el Espíritu Santo.