De Hijos a Padres : ¿Por qué el ayuno?

Estamos listos para vivir el Ayuno de Daniel.

Y lo que solemos percibir es que existen, desde luego, aquellos que se predisponen a participar, teniendo un objetivo mayor, una definición, no solamente relativo a aquello que quieren, pero sobre todo a lo que necesitan.

Aquellos que no sienten solo una “simple” sed, pero que están sedientos de una verdadera transformación interior, ¡de ser revestidos con una nueva identidad!

Estos, y sólo estos, también transmiten el mismo espíritu a quien les rodea, sean hijos, familiares, amigos, compañeros y hasta incluso a quienes no conocen, a través de su ejemplo de carácter, conducta, sacrificio y entrega.

Antes de participar en algo, es fundamental que entendamos el motivo de por qué lo hacemos… Como un niño, que se pregunta la razón de ser de todas las cosas, ¿no? Y así, cuando entienden, están aptos para practicar… ¡pero para siempre!

Cuando me convertí, no había una época exclusivamente dedicada al Espíritu Santo, como los 21 días. Entonces me pregunté en el primer Ayuno de Daniel: “¿Por qué Dios está transmitiendo este espíritu a Su Iglesia, y especialmente en la época en la que vivimos?” Y ello me llevó a hacer un importante ejercicio de memoria: “¿Cómo era todo cuando conocí al Señor Jesús, hace 23 años?”.

– No existían los móviles (El primero lo compramos cuando me casé, jajá)

– La televisión, recuerdo verla junto a mi padre y eran películas o series saludables, que se podían ver en familia.

– No había, ni mucho menos, internet ni redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram, mucho menos WhatsApp, etc., etc., etc.,.

– Juegos electrónicos, muy pocos y sencillos, pero no accesibles para todos.

Observa, pues, la diferencia de antes hacia hoy, y la cantidad de distracciones que existen para desviarnos del foco, ¡para hacernos quitar los ojos de lo que realmente es importante! Cuando ves, ya pasaron más de los “10 minutos” iniciales que te propusiste navegar para acompañar el “feed” de noticias de tu red social favorita… ¿o no es verdad?

Como todo aquello que es creado por nosotros, siempre que le demos un buen uso, saludable y equilibrado, se vuelve beneficioso, pero cuando percibimos que nos involucramos demasiado con cosas que no edifican, es cuando vemos la necesidad de parar y reexaminar nuestras prioridades.

Así como el diablo creó estrategias, a lo largo del tiempo, para llenar los ojos del ser humano, igualmente, el Espíritu Santo “reinventa” Su Iglesia, para que dediquemos tiempo a Él y a lo que realmente interesa, que es vivir la fe, invertir tiempo de calidad en el matrimonio, en la familia, en nosotros mismos…

E infelizmente muchos padres y familiares, por no entender esto, también infravaloran tremendas oportunidades dadas por Dios, y no se preocupan en transferir a sus hijos una explicación sana, para que igualmente ellos puedan refrenar los instintos que el mundo ha dado de todas las maneras que existen.

“Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.” (Romanos 12.2)