- 5
- Dic
- 2014
Cómo el hombre de Dios bendice
- 5
- Dic
- 2014
Hola a todos los internautas.
Todas las semanas estamos aquí para bendeciros. Y yo tengo autoridad para bendecir, porque no solamente hablo, sino que vivo la fe genuina, racional. Y para vivirla hay que ejercitarla… y el ejercicio hace “sudar” la camisa, la frente… y realmente tiene que haber un objetivo para hacer el ejercicio de la fe.
Hoy vamos a abordar cómo es un hombre de Dios que bendice.
Si has acompañado el Blog estos días en que hemos hablado sobre Elías, ya has oído sobre la forma como él desafió al Rey Acab. Debes acompañarlos, si aún no los has leído, desde el `primer día en que hablamos sobre Elías.
“Entonces Elías le dijo: No temas; ve, haz como has dicho, pero primero hazme una pequeña torta de eso y tráemela; después harás para ti y para tu hijo. Porque así dice el SEÑOR, Dios de Israel: «No se acabará la harina en la tinaja ni se agotará el aceite en la vasija, hasta el día en que el SEÑOR mande lluvia sobre la faz de la tierra.
Entonces ella fue e hizo conforme a la palabra de Elías, y ella, él y la casa de ella comieron por muchos días. La harina de la tinaja no se acabó ni se agotó el aceite de la vasija, conforme a la palabra que el SEÑOR había hablado por medio de Elías.” (I Reyes 17:13-16)
¿A quién estaba hablando Elías? A la viuda que Dios dijo que sustentaría a través de él, y que le dio la orden vivir junto a ella. ¿Sabes que significa esto? ¡¿Vivir en un lugar y ser sustentado por una señora con un hijo que pasa por necesidades?!
Dios sacó a Elías de donde estaba siendo sustentado por cuervos, con pan y carne, día y noche, trayéndolo hasta la viuda, precisamente ella, que estaba active, ¡y hacerle un desafío!
Como en la Iglesia Universal del Reino de Dios tú sueles oír la palabra desafío. Y ¿por qué? Porque es precisamente así que se ve en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo testamento.
Ahora Elías estaba dirigiéndose a la viuda… ¡Y observa que cosa más linda! ¡Cómo podemos ser indiferentes a los hecho verídicos, al testimonio de Elías, a su osadía! Dios lo envío para bendecir a aquella viuda.
Dios envía a Su siervo a aquella persona que es activa, y no es para que se quede sentada, llorando, dejando de hacer su trabajo o de resolver sus cuestiones, para quedarse murmurando, viviendo sus limitaciones, sus dramas o problemas… ¡Yo sé que es esto! Estoy viviendo en esta fase difícil, pero la misma no es para que me consuma o me pare. Por lo contrario, ¡es para traer a la existencia lo que no existe y para bendecirte incluso a ti! Estoy diciéndote lo que Dios ha hablado conmigo y lo que Él va a hacer en tu vida, pero tu tienes que reacciones; no puedes quedarte estancada.
Así como el hombre de Dios tuvo que reacciones y oponerse al sentimiento de pena. O crees que el hombre de Dios, que vive una vida justa, que quiere justicia en la tierra, al ver a una persona vivir en el sufrimiento por causa de un rey que hizo todo mal… ¡¿Crees que aquel hombre no se quedó indignado con aquella situación y conmovido, en sus sentimientos, de ver a aquella mujer y a su hijo con el último puñado de harina para comer y morir?!
Pero observa lo que Dios hizo: Le envió, no para que él sienta pena de la viuda, ¡sino para bendecirla! Para usar la fe.
¡Y es esto lo que tienes que hacer! Levántate de esa postración y enjuga esas lágrimas. ¿Está doliendo? ¿Estás viviendo situaciones difíciles? “Engulle” amiga internauta, y usa tu fe. No vivas por los sentimientos. Si llorar resolviese algo, ya no estarías sufriendo porque tus lágrimas ya habrían resulto tu situación. Pero la pena y la acomodación no resuelven nada. Entonces tienes que reaccionar, desafiar y encarar los problemas que estás viviendo, como ocurrió con Elías, que hizo el desafío.
“…pero primero hazme una pequeña torta de eso y tráemela; después harás para ti y para tu hijo.”
Elías no dijo: “Haz primero para tu hijo, pobrecito, yo soy siervo; voy a servir primero para ti, señora y después haz para mi…” Él no dijo eso, ¡sino todo lo opuesto!
Y porque hubo obediencia, “…No se acabará la harina en la tinaja ni se agotará el aceite en la vasija,…” Y es así contigo cuando hay obediencia, cuando arriesgas tu vida y afrontas tus sentimientos. ¡Por qué crees! ¡No es apenas una creencia verbal, sino en la práctica, con entrega, con devoción, con todo lo que eres!
Es esta fuerza que agrada a Dios y no las veces que dices que vas a hacer algo, y lo haces nada, porque no te opusiste a los sentimientos y ¡no has odiado lo que te hace débil! ¡Cuándo pones tu fuerza es porque crees! Porque la alegría del Señor es nuestra fuerza.
¡Hasta la próxima semana!
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Andrea Elizabeth
12 diciembre, 2014 a 18:2
Maravilloso señora!!! Odiar lo que nos hace débil!! Me encantó, una gran revelación de Dios!!
Rosario (España)
8 diciembre, 2014 a 15:2
Hola Sra. Vivi, todo lo que dice en este post refleja mi propia vida.
El sentimiento ha sido desde siempre mi peor enemigo, lo que paralizó mi fe
y no me dejó avanzar como debía.
Reconozco que no es fácil vencerlo, que cada día intenta aflorar para desviarme de mi principal meta: La Salvación Eterna.
Pero doy gracias a Dios porque cuando parece que se me acaban las fuerzas, y mi fe se empieza a debilitar, El siempre me envia ángeles fuertes (un pastor, una esposa… en fin, un hombre o una mujer de Dios para avivar de nuevo mi fe, mi esperanza, mis ganas de vivir y luchar hasta el fin.