Alma

Cada ser humano tiene un alma, que a su vez es un poco oscura, sobre la cuál nadie tiene mucho conocimiento.

Es profundo, tiene marcas del pasado, malos hábitos y sentimientos incontrolables.

Aquí está el peligro… en los sentimientos incontrolables.

¡Es impresionante el descontrol de algo que habita en el interior! Por más inteligente que alguien sea, no deja de sentir y de ser seducida.

Lo sentimientos la convencen de que tiene razón; que tiene el derecho de sentirse así, porque en su forma de pensar o de ver, no está equivocada. Mientras tanto, es un peso insoportable.

Peso, ¿por qué?

Los sentimientos no la dejan ser libre de nada; depende siempre de las circunstancias. Vive de manera “pobre” esperando cualquier oportunidad para tener un refugio.

El alma es un caso muy serio, tiene que ser salva, porque es la que siente. No existe un ser humano que no sienta, sin embargo, aún así se juzga “bueno”.

El alma necesita ser saciada de alguna forma: Puede ser con las amistades, con el tiempo que se invierte en el trabajo o por otra persona que atiende tus necesidades.

Si “el alma” nota, que alguien ve lo que ocurre dentro, empieza a identificarse y a encontrar refugio en la mirada o en las palabras dichas. Termina siendo dependiente. Y eso… trae un serio problema porque aún así continúa en la posición de pobre.

No puede salir de aquello que la tiene presa. Se queda amarrada a lo siente y es casi imposible salir de aquella prisión; solamente cuando alimenta su alma con la Palabra que trae vida: La Palabra de Dios.

¿Por qué la Palabra de Dios?

Por que corta el sentimiento, trae a la conciencia la Verdad y lo que debe ser hecho.

Pero muchos continúan, de todas formas, llamando a la puerta equivocada, para saciar ese alma sedienta, por algo que parece que no se explica.

Pero si existe, el Agua de la Vida que no permite tener sed nuevamente. Concede a la persona el equilibrio de sentimientos y raciocinio, para lo que le conviene o no.