La paciencia y la misericordia de Dios
- 13
- Mar
- 2023
¿Cómo tratamos a Dios? Los años pasan, y tal vez aún no recibió la respuesta, y está ahí como incrédulo. Pero, ¿cómo nos trata Dios?
Vamos a saber cómo fue con Abraham:
“Entonces Dios dijo a Abraham: A Sarai, tu mujer, no la llamarás Sarai, sino que Sara será su nombre. Y la bendeciré, y de cierto te daré un hijo por medio de ella. La bendeciré y será madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro y se rió, y dijo en su corazón: ¿A un hombre de cien años le nacerá un hijo? ¿Y Sara, que tiene noventa años, concebirá? Y dijo Abraham a Dios: ¡Ojalá que Ismael viva delante de ti!” Génesis 17:15-18
Con seguridad, Abraham estaba pensando que Ismael sería su descendencia, él creyó en esa verdad durante mucho tiempo.
Dios estaba viendo todo lo que Abraham hacía, sentía y se decía así mismo, y aún así Dios no fue impaciente.
“Pero Dios dijo: No, sino que Sara, tu mujer, te dará un hijo, y le pondrás el nombre de Isaac; y estableceré mi pacto con él, …” Génesis 17:19
Dios es muy paciente y misericordioso con nosotros.
Y Cuando nos relacionamos con Dios, nos damos cuenta de cuán fallos somos delante de Él. Y que todo lo que creemos es una mentira.
Hasta allí, Abraham creía en su propia verdad, porque, según el tiempo, él creyó más en las circunstancias, en las decepciones, que propiamente en Dios.
Dios tuvo que decirle la verdad a Abraham, para que él entendiese que la verdad que él estaba creyendo era una mentira.
La verdad es lo que Dios determina. No lo que creemos, vivimos o cargamos en nosotros. Y la verdad (dijo Dios) es que Yo ya di incluso el nombre a su hijo: Isaac.
¡Lo que Dios habla, es la verdad! Es lo que permanece.
Lo que usted cree o deja de creer no es la verdad.
Y lo que Dios hace es algo extraordinario, realmente Sara y Abraham tuvieron un hijo con edad avanzada, para que fuese evidente quién es Dios.
Y Dios quiere hacer lo mismo: ¡revelarle quién es Él!
Un Dios extraordinario, un Dios que va mucho más allá de aquello que podemos imaginar. Un Dios que nos sorprende, ¡un Dios paciente!