Cuarentena – Dia 26

Viviane Freitas

  • 19
  • Feb
  • 2013

Cuarentena – Dia 26

  • 19
  • Feb
  • 2013

“Y he aquí, había un hombre en Jerusalén llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y había recibido revelación del Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viese al Cristo del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres llevaron al niño Jesús al templo, para hacer por él conforme a la costumbre de la ley, entonces él lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios y dijo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación , la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo de Israel. (Lc.2:25-32)

Nos damos cuenta que en primer lugar Dios se refiere a las características de Simeón: Un hombre justo y piadoso…

Y ¿qué significa piadoso?

Es un amor compasivo; un respeto profundo por el dolor a su prójimo.

Simeón poseía esta característica , pero no sólo eso… Él esperaba la consolación de Israel; su sueño era la salvación, el consuelo, el alivio; ver al pueblo de Israel redimido.

“…y el Espíritu Santo estaba sobre él.”

En aquella época, las personas aún no tenían la posibilidad de ser bautizadas en el Espíritu Santo, pero, aún así, el texto se refiere a que el Espíritu Santo estaba sobre él.

Este hombre me llama la atención…. ¿Por qué?

Porque existen muchas personas que no entienden lo que es “ser justo”. Piensan que esto se refiere al “hacer todo correcto”, aparentemente sin críticas o acusaciones… ¡Pero no es nada de esto!

El “justo”, de acuerdo con la Palabra de Dios, “vive por la fe”…

En otras palabras, el “justo” de Dios, no es perfecto, pero no vive por lo que siente.

Encontrarás fallos y defectos, pero esta definido en contra de los mismos, ¡para arrancarlos por la raíz! Esta definido. Por eso, su creencia en Dios no se limita al papel o palabras, sino que es algo real… Y es esto lo que nos justifica.

Aquí también destaca el papel del Espíritu Santo: “Le ha revelado el Espíritu Santo que no pasaría por la muerte antes de ver a Cristo del Señor.”

Simeón era un hombre común; no era un sacerdote o alguien “famoso”… ni un habitante de “palacios ”, pero, aun así, el Espíritu Santo le reveló, directamente, su voluntad.

¡Interesante! ¿Por qué el Espíritu Santo encuentra espacio en ciertas personas para Revelarse?

Porque en él, había una sed de justicia; él deseaba ver la salvación del pueblo. No era egoísta, ni se limitaba a su propio “mundo”.

Puedes observar… Normalmente, las mujeres, tienen su propio “mundo”: Las responsabilidades; el trabajo; la casa, etc. Y se quedan tan atareadas con los quehaceres, que el Espíritu Santo no encuentra espacio para hablar.

Esto se debe a que lo que esperan no tiene nada que ver con el consuelo de Dios, y, mucho menos, con su Salvación.

No me interpretes mal: No está mal luchar por sí misma, pero si das prioridad a tu egoísmo, serás siempre “infantil” en la fe.

Simeón no soñaba sólo sus sueños, eran también los sueños de Dios.

Y es eso lo que llama la atención de él: La pasión por las almas; el amor genuino; puro; sin interés por su propio éxito. Era algo que ultrapasaba lo habitual, ya que normalmente, las personas luchan sólo por sí mismas. Piensan: “¡¿Si mi vida ya es tan difícil, cómo voy a luchar por otros?!”

Pero este hombre deseaba transmitir vida a las personas…

¡Y esto fue lo que permitió que “Movido por el Espíritu…” fuese al templo!

María y José no comentaron nada a cerca del nacimiento del Señor Jesús; de qué forma había sido creado y por parte de quién… Pero Simeón lo sabía, porque se lo había revelado directamente el Espíritu:

“ Ahora Señor, puedes despedir en paz a tu siervo, según tu palabra; porque mis ojos ya vieron tu salvación la cual preparaste delante de todos los pueblos…”

Observa la actitud de él: Tomó en los brazos al Señor Jesús y alabó a Dios.

¿En qué momento hablamos palabras de gracia, que exalten a Dios?

Cuando encontramos respuestas a lo que buscábamos…

Alabamos naturalmente a Dios, cuando nos damos cuenta que Él nos responde y vemos su salvación.

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