11º día – Lo que sucede a los que creen y a los que no creen.

“ El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios.” (Jo.3:18-21)

¡El que cree en Él no es condenado!

Si crees y usas tu fe, no te sientes condenado, no te basas en la fe emotiva o te quedas triste. Por lo contrario, aunque encuentres que tienes errores, existe una certeza en tu interior de que los resolverás, porque Dios está contigo, una vez que haces uso de tu fe, participas de propósitos, etc.

Pero, ¡quien no cree, ya ha sido condenado!

Te sientes condenada, frustrada, vives un verdadero infierno. Y esto puede ser una realidad, ¡incluso para quien asiste a la Iglesia! Por no usar la fe, te sientes desmotivada, acusada. El diablo habla, ¡y lo oyes más que a Dios!

“…porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

“Esta persona que ya está condenada, por su falta de actitud y entrega, en realidad, no cree en la fuerza que tiene el nombre de Jesús.”

Te sientes condenada porque hay luz, y te esta mostrando lo que debes hacer. La luz separa lo que está bien de lo que está mal; hace una división, pero “los hombres amaron más las tinieblas que la luz,…”

Por eso, prefieren el error, el engaño, la ilusión, la mentira… todo lo que está mal. Aunque reconozcan que lo que han presentado es malo, no ven la luz como una oportunidad, sino como una ofensa. ¡Les molesta!

Ya traté con tantas personas, a quienes he hablado de Dios, que afirman: “no me gustaba oír, me molestaba.” En realidad, era la luz que se presentaba, pero como sabían que sus obras eran malas y no querían dejar el error. ¡Prefieren engañarse, les gusta la lascivia! Les gusta mirar a un chico y desearle, cuando no deben hacerlo; les gusta lucirse, para llamar la atención, cuando saben que está mal; les gusta hacer lo que quieren, cuando saben que esa no es la respuesta.

Cuando prefieres hacer tu voluntad, la luz te molesta, pero cuando aborreces las tinieblas, y tienes placer de estar en la luz, entonces se te revela lo que está mal, así sí, ¡eres diferente!

“Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios.”

La persona no tiene recelo de lo que ve, de aquello que está mal consigo misma, porque quiere arreglarse interiormente, para presentar una ofrenda viva; su vida como un sacrificio vivo, constantemente.

¿Qué decides? ¿Creer y permitir que esta luz venga a tu encuentro para resolver todo lo que está mal, e ir hacia el cambio? ¿O escoges no creer, aborreciendo lo correcto que tienes que hacer?

Entonces, resuelve tu vida. Quien cree, no será condenada, ¡por la manifestación de su fe! Ves a acercarte a la luz y sentirte bien contigo misma; serás otra persona.

Muchas personas dicen que quieren la verdad, pero cuando la oyen, se sienten ofendidas e incomprendidas. Cuando oigas la verdad, reflexiona, no actúes por el sentimiento, sino por la fe inteligente.

¡Tú practicas la verdad, acercándote a la luz!