- 24
- Dic
- 2024
99 – EL REINO DE DIOS : Hijo arrepentido
- 24
- Dic
- 2024
¿Alguna vez has pensado en tener dos hijos y que uno de ellos te pida una parte de tus bienes antes de tu muerte? Así es, eso ocurrió en la parábola del hijo pródigo que Jesús contó. Él dijo así:
«Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos le dijo al padre “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde”. Y él les repartió sus bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. Entonces, volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre!”» Lucas 15:11-17
Todo hijo tiene esa libertad de hablar con el padre y pedirle ciertas cosas, pero su pedido dice mucho sobre el hijo. Este hijo más joven pidió esos bienes, que normalmente se comparten cuando el padre muere, pero no fue así. Antes de todo, quiso aprovecharse antes de la muerte del padre, irse, llevarse su dinero y gastar a su manera.
Eso es lo que mucha gente hace con Dios mismo. Piden su derecho y no tienen la mínima consideración con el Padre, pero llega el momento en que gasta todo lo que tiene, y, cuando llega el hambre y las necesidades aprietan su situación, comienza a padecer necesidades.
Mira la situación: deseaba llenar su estómago con la comida que comían los cerdos, pero nadie le daba nada, y pensó: «¡Opa!» ¡Ahí está la fe inteligente! Razonó y dijo:
«Entonces, volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores”» Lucas 15:17-19
En otras palabras: «¡Mi padre da de comer a sus jornaleros y yo aquí pasando hambre! Voy a levantarme, voy a reconocer que he pecado, que no seré digno de ser llamado hijo, pero seré tratado como uno de sus jornaleros, porque fui ingrato.»
Él cayó en sí, entendió su error, ¡y eso es lo que tú tienes que hacer! Tal vez el tiempo esté pasando y tú aún no has caído en cuenta, no te has dicho a ti mismo lo que tienes que hacer.
La única manera de reconocer nuestros errores es cuando razonamos y vemos el resultado de nuestras elecciones y quién es nuestro Padre. Él siempre está listo para perdonarnos y extender sus manos. ¡En el momento más cruel, Él está allí!
Sin embargo, la mayoría de las veces, somos orgullosos. Mucha gente es orgullosa, quiere mostrar sus defensas, que siempre está en lo correcto, y que Dios es ingrato. Y aún se pregunta: «¿Por qué estoy viviendo así?» Pero fue la propia persona quien eligió tomar sus bienes y distanciarse de Dios.
Dios respeta su elección, pero, en el momento, la persona no piensa en sus actitudes. Piensa que Dios no hace, que Él es malo. Esta forma de siempre echar la culpa a alguien, ya sea a Dios o a las personas, nunca va a resolver su problema, porque no hay sinceridad.
La única manera de resolver un problema es observando lo que hacemos mal, para que tomemos una actitud correcta y asumamos los errores, es decir, que reconozcamos y hagamos nuestra parte ante Dios y las personas con quienes hemos errado.
**«**Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó.» Lucas 15:20
¡Qué hermoso es Dios! Él corre en nuestra dirección y nos abraza, nos besa.
«Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”. Y comenzaron a regocijarse.» Lucas 15:21-24
Este hijo fue al padre sabiendo de su error y que no tenía derecho a nada. ¿Y sabes cuándo nos sentimos así? Cuando nos ponemos en nuestro lugar, porque no tenemos derecho a nada, pero el Padre nos viste y nos acepta.
Es de esta forma que Él quiere que cada uno de nosotros esté: siempre listos para enfrentar nuestros errores, reconocer nuestras fallas y no ser soberbios y orgullosos.
Bien, ahí tienes tu oportunidad de cambiar de vida. ¿Aceptas? Entonces, ¡practica!
Vera
19 enero, 2025 a 7:2
Dios es misericordioso con nosotros y nos ama de verdad